EDITORIAL
Si es verdad que los Estados y los gobiernos âTantean en la oscuridadâ con respecto a la pandemia aĂșn en curso, evento ahora de segunda categorĂa respecto a las prioridades emergenciales, los patrones estĂĄn demostrando una gran eficacia en el salvaguardar los viejos privilegios y ningĂșn escrĂșpulo en el acaparar nuevos. Guerra y imperialismo se han convertido en pocos dĂas en los nuevos parĂĄmetros de la seguridad colectiva.
Por un lado, los cientĂficos de las compañĂas farmacĂ©uticas revelan el fracaso con respecto al plan de acciĂłn contra el virus: el producto, el nuevo producto milagroso, comĂșnmente llamado âvacunaâ, no es eficaz a determinar las expectativas en ella puestas para frenar la pandemia. Por otro lado, el mundo polĂtico debe decir que algo de bueno se ha hecho y que los Ăłrganos institucionales todavĂa sirven. Por ejemplo, sirven para decir, que âira todo bienâ. Las amenazas a los refractarios, a los incrĂ©dulos, ceden el paso a las amenazas lanzadas a un hipotĂ©tico enemigo al otro lado de la frontera. En referencia a esto, se trata de imponer nuevos comportamientos virtuosos: una hipĂłcrita y asqueroso humanitarismo de guerra. La reestructuraciĂłn del capitalismo incuba dentro de sĂ mismo una feroz competiciĂłn. Hay una infinidad de nuevos recursos para explotar, varios, sin embargo, para ser reintroducidos en el mercado. Esto es de lo que estĂĄ determinado el nuevo escenario de emergencia. Nuevo por decir algo.
A LOS CONPORTAMIENTOS âVIRTUOSOSâ OPONEMOS LAS PRĂCTICAS REVOLUCIONARIAS DE LA GUERRA SOCIAL
Todo Estado nace de la opresiĂłn y todo gobierno se preocupa de garantizar la usabilidad, las tecnologĂas, las estructuras, el personal y las leyes que complacen a quienes nos explotan. Cada singular elemento de esta cadena de montaje descansa sobre responsables precisos: agentes, oportunistas, cĂłmplices y beneficiarios.
En las emergencias, tales responsables forman un vĂnculo cohesivo en torno al gobierno de unidad nacional. A travĂ©s de esta herramienta alargada del autoritarismo institucional adviene el alistamiento de los individuos en las campañas conducidas en nombre del interĂ©s comĂșn.
Se trate de guerras, emergencias sanitarias, emergencias ambientales, emergencias terroristas, los partidos, los movimientos, los sindicatos, todos los cuerpos sociales que se reconocen en el estado democrĂĄtico se abrazan en una sola inspiraciĂłn en el nombre del bien comĂșn: la salvaguardia del orden social capitalista y la eliminaciĂłn de cualquier posible imprevisto.
Hoy un giro decisivo en el interior de los equilibrios econĂłmicos mundiales esta desencadenando aceleraciones repentinas a la violencia asesina de los Estados. Y âinesperadoâ se ha convertido todo aquello que pone el bastĂłn entre las ruedas a la eficiencia de fachada de los tecnĂłcratas.
La âguerra a baja intensidadâ en curso entre Rusia y Ucrania desde el 2014 se ha velozmente transformada en un conflicto prolongado. Los gobiernos europeos, hasta hace poco en primera lĂnea contra la Covid, continĂșan a empujar sobre el giro autoritario avanzado en los Ășltimos meses, utilizando siempre los mismos tonos amenazantes.
Las perspectivas de cooptación, lanzadas en la campaña de guerra contra el Corona virus, esta vez tienen que ver con el alistarse en una guerra verdadera y propia. Los ejercicios de obediencia realizados en estos dos años de gestión militares del virus han construido lenguajes y comportamientos adecuados a las solicitudes gubernamentales.
Un consenso rĂĄpido y una rĂĄpida adaptaciĂłn a las exigencias econĂłmicas y de seguridad, antes que sanitarias, es el resultado que la polĂtica institucional, la cultura oficial y la propaganda periodĂstica han conseguido hasta ahora. Resultados reales, concretos, eficaces en merito a la gestiĂłn de la asĂ llamada emergencia sanitaria, ahora transformada repentinamente en emergencia de guerra, no tomamos nota de ello.
AdemĂĄs, el enfoque burguĂ©s y reformista por parte de algunas fuerzas polĂticas respecto a la conducciĂłn de las luchas, se ha convertido gradualmente en una mera celebraciĂłn de principios abstractos dispuestos a casarse con cualquier asunto autoritario.
En Paralelo, como a determinar una proyecciĂłn en concreto de estos principios, aquĂ estĂĄ el toque de queda, la represiĂłn, los despidos, las masacres en las cĂĄrceles, el avance de las condiciones de explotaciĂłn, la subida del costo de la vida, las suspensiĂłn del trabajo: en pocas palabras la guerra que los explotadores han declarado a los explotados.
Asà como es costumbre salvar los intereses estatales y privados amenazados en el extranjero con el alistamiento de contratistas, en el mismo modo se estå tratando de reclutar a los individuos en una campaña militar perenne que mira a garantizarse en el interior de cada Estado una gestión segura de la transición ecológica.
Cada estado durante una guerra asigna un rol especĂfico a los propios ciudadanos. No estaremos aquĂ a hacer el cĂłmputo de las disposiciones de ley, de los dispositivos de control que en los Ășltimos meses han satisfecho los reclamos de Confindustria [1] con la excusa de la prevenciĂłn del virus.
En las guerras que involucran desde hace siglos los intereses econĂłmicos de los Estados y de los patrones, el rol reservado a los explotados siempre ha sido aquello de asumir comportamientos consonantes al bien comĂșn.
Pero ¿cuål es el interés de los explotados en las guerras, si no sabotear la måquina eficiente de muerte que los conduce y atacar a los intereses y los torturadores que la tienen en pie?
La salvaciĂłn que se nos ofrece al final del tĂșnel pandemico es la salvaciĂłn de los capitalismos. Al mismo modo, la participaciĂłn en la campaña militar contra este nuevo enemigo, representa el disciplinamiento de los trabajadores, proletarios y explotados en la cadena de montaje gobernativa. Los dispositivos y la propaganda utilizada para orientar el comportamiento de los individuos tienen el objetivo de mantener inalterables las dinĂĄmicas de clase dentro de la transiciĂłn ecolĂłgica: por un lado quien estĂĄ acumulando los nuevos recursos y por otro lado quiĂ©n tendrĂĄ que pagarlos caros y, para hacer ello, tendrĂĄ que estar dispuesto a aceptar nuevos criterios esclavitud.
EstĂĄ claro, ademĂĄs, el intento de transbordar la probable salida de la narraciĂłn del relato pandemico hacia uno nuevo consenso social que den rescontrĂł positivos en el confronto de las nuevas guerras, de los nuevos armamentos y acepte el nuclear, juntado a las asĂ llamadas energĂas green, como soluciĂłn a los problemas energĂ©ticos.
Recortemos espacios operativos concretos incluso en condiciones extremadamente difĂciles como estas que estamos viviendo de dos años a esta parte, organizamos respuestas, ya sean inmediatas como a largo plazo, al avanzar de la miseria, de la represiĂłn, de la reacciĂłn y del reformismo.
Hagamos hablar a la lucha de clases un lenguaje mĂĄs fuerte que la guerra entre capitalismos.
En esta fase de reorganizaciĂłn de las fuerzas del capital es esencial comprender (y prepararse para hacer comprender) la diferencia que existe entre el valor mortĂfero de la nueva explotaciĂłn que se prepara en el horizonte y aquello liberador del ataque destructivo a todo aquello que lo produce.
Este es un punto de apoyo esencial para lanzarse, sin temor, a lo desconocido que nos espera.
HAGAMOS LA GUERRA AL ESTADO, A LOS GOBIERNOS YA LOS PATRONES.
SOLO ASI IRA TODO BIEN.
Fonte: Fuoridallariserva.noblogs.org